sábado, 18 de mayo de 2002

Tala

Mientras sesteo sobre el cesped se acerca Tala, la más joven de las perras, y me planta todo el aliento de su jadeante ocico sobre la cara, como acostumbra. Pero, oh, esta vez, desacostumbradamente, percibo un suave y agradable olor a menta. Ensueño, sorprendido, sobre la posibilidad de que se haya cepillado los dientes con algún dentifrico al uso, hasta que me doy cuenta de que ha debido mascar alguna hierba aromática, hierba buena o hierba Luisa, de las que crecen en abundancia por los campos.